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En 1863 nace el pintor Joaquín Sorolla Bastida en Valencia. Inicia sus estudios de pintura en su ciudad. En 1900 se instala en Madrid. En 1910 comienzan las obras de la nueva casa del pintor en Madrid, allí la familia vivirá los años más felices. Un pequeño palacete donde el pintor puede conciliar la vida familiar y sus inquietudes artísticas.
El jardín será uno de los rincones preferidos del artista. Sus esculturas clásicas, la frescura y musicalidad de sus fuentes y los vivos colores de azulejos y vegetación hacen de este, un pequeño paraíso en la gran ciudad. Joaquín Sorolla muere en Cercedilla (Madrid). En 1932 se inaugura el museo, tras el legado testamentario de la viuda del pintor Clotilde García del Castillo.
Clotilde con sombrero 1910. 124 x 80 cm. Museo Sorolla
1922 Joaquín Sorolla Clotilde En el jardín
El primer director fue su único hijo varón, Joaquín Sorolla García; también él dejó en su testamento los nuevos fondos al Estado. El Museo hoy es estatal y en 1963, bajo la categoría Monumento, ha sido declarado Bien de Interés Cultural.
El Museo Sorolla: la casa Uno de los mayores encantos que tiene este delicioso museo es su jardín, un espacio recogido, fresco y umbrío, en el centro de Madrid. En verano, cuando los termómetros se disparan, resulta muy agradable acercarse una mañana al museo, sentarse en uno de sus bancos, bajo los árboles, junto a una fuente, y leer los periódicos, o un libro, o simplemente dejar pasar el tiempo escuchando el agua.
Encontramos tres jardines creados por el mismo Sorolla. El primero está inspirado en el Laberinto de los Reales Alcázares de Sevilla, el segundo en el Jardín de la Ría del Generalife y el tercero es un mixto entre una pérgola de origen italiano y una alberca sevillana.
El interior se desarrolla sobre tres pisos. En la planta baja encontramos el Patio Andaluz, un pequeño recinto con una fuente central donde salta a la vista una colección de cerámicas; desde aquí se accede a la Sala de Dibujos, abierta al público desde 1951, presenta una selección de dibujos, acuarelas y gouaches.
Luego, en el interior, te espera una casa museo en la que disfrutar no sólo de la espléndida obra pictórica de Sorolla, sino también de un conjunto de muebles y objetos de decoración de gran valor y belleza que nos hablan del refinamiento que rodeaba la vida del pintor.
La visita al museo se inicia en las tres estancias que conformaban la zona de trabajo de Sorolla: su taller, la sala donde recibía a los clientes y mostraba su obra y una sala dónde tenía expuestos algunos de sus cuadros. Son espacios amplios, muy luminosos (el pintor se encargó personalmente de diseñar, junto con el arquitecto, los vanos que debían tener estas estancias para poder pintar con luz natural) y decorados con muebles de excelente factura y objetos de anticuario
Tallas barrocas, valiosas piezas de cerámica, bustos, pequeñas esculturas. Y una reproducción de la Victoria de Samotracia. Llama la atención una preciosa cama-sofá en la que el pintor descansaba cuando se quedaba a trabajar hasta tarde. En una de las paredes interiores del mueble cama, una estantería con libros. Junto a la cama, un retrato de Gregorio Marañón, realizado por el pintor y, enfrente, el pequeño mueble donde reposa su paleta, los pinceles, las pinturas y el resto de los accesorios de trabajo.
La zona noble de la casa conserva muchos de los objetos valiosos con los que convivió Sorolla: lámparas de Tiffanys, algún pequeño mueble Louis XV y varios bargueños y escritorios antiguos preciosos. Las paredes del comedor están adornadas con guirnaldas de flores y retratos de su mujer e hijas, realizados por el pintor.
Una preciosa casa, llena de tesoros.
El antiguo palacete está situado en la calle General Martínez Campos 27.
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